Desde que me acuerdo siempre me gusto ayudar. Colaborar con otros en lo que se. Estar ahí donde me parece que puedo aportar algo.

            Siempre me inspiro el volar, el dar alas, el animarme a más. El seguir las ganas. La pasión.

            Parte de esa motivación que tengo es por haber desarrollado una especie de automotivación que se ve que necesite. Surgió de esa necesidad.

            Un día descubrí que donde estaba, no me motivaban a seguir mis sueños. Y que en realidad había gente empecinada en bajarme de un hondazo. Entonces empecé un trabajo interno que me llevo a actuar de la siguiente manera: “si necesito que me motiven para seguir creciendo e intentando y no lo encuentro donde pensaba encontrarlo, entonces lo tendré que buscar en donde no pensaba”

            No había mucho tiempo ni muchas posibilidades a la vista en ese lugar cerrado en particular. Tipo clan. Miré y me vi. Era lo que más a mano tenia.

            Si bien tenía que desarrollarme para alimentar día a día mis alas para que crecieran y se animaran a mover, también tenía que luchar contra la gente que andaba por la vida con tijera “corta plumas” para no cruzármelas.

            Así que, doble trabajo, hacerlas crecer y cuidar que no las corten. Esa fue mi misión.

            Para eso sabía que tenía que ser perseverante, un poco cabeza dura y muy cuidadosa a la hora de dejar que mis alas se asomen. Ya que corrían el riesgo de desaparecer. Tenía algo claro. Creía en mí. Creo en mí.

            Hoy a la distancia pienso en lo bueno que eso fue para mí. Una vez que salís del vientre donde “previviste”, te largan a la vida. Y de ahí en más la vida es tuya. Obviamente que recibimos ayuda, acompañamiento, diferentes educaciones y algunas cosas más.

            Pero la vida que vas a construir es tuya. Vos sos el que define tu vida. El que la va armando. Y siempre va a haber dudas o incertidumbres, pero también certezas.

            Y en ella nos vamos a parar para crecer. Como dice la canción, para cambiar el mundo empiezo por mí.

            Yo voy primero. Aunque de entrada la primera lectura sea egoísmo (eso será problema del que lo ve, o sea es su juicio).

            Para mi ponerme primera es darme permiso para estar bien para mí y de ahí en más para todos. Comparándola con las recomendaciones de las azafatas de los aviones con respecto al uso de las mascarillas, si tiene a quien ayudar colóquesela primero usted, para luego poder colocar la otra.

            Bueno, pero volvamos a querernos y todo eso. De ahí partimos. Es cuestión de sentir, de quererse, de conquistarse a uno mismo para poder conquistar a los demás.

            Por eso pienso que los valores propios son tan importantes para llevarlos como bandera, sostenerlos y no dejarlos caer.

            Estoy convencida que todos y cada uno de ustedes es capaz de desarrollar esos sueños que tienen por algo, arrumbados en algún rincón.

            ¿Quieren emprender? ¿Quieren cambiar algo en su trabajo? ¿Quieren transformar su vida de alguna manera? ¿En algún aspecto? ¿Algún vínculo?

            Entonces tienen lo más importante, las ganas. Obviamente después viene la planificación, el orden, el tiempo, la inversión o no de dinero, las metas a corto y larga plazo.

            Pero tienen las ganas. Para empezar. ¿Qué necesitan?

            Ordenen las prioridades, bajen al papel, empiecen a concretar. Accionen. Empiecen a palpar esos sueños.

¿No dicen que los sueños son para los que se los merecen?

Entonces merézcanselos.

En el camino siempre van a encontrar comentarios y opiniones. Ojo, las pidan o no, van a aparecer. Los que le metan miedo. Sobre seguridad económica, o eso de hacer mejor lo que te asegure el futuro. ¿Futuro? No vamos a ningún futuro. Vamos a crear un futuro lleno de “nuestros hoy”.

            Y siempre y cuando lleguemos.

            Porque eso, lo de la “seguridad” del “futuro” es muy relativo. El otro día leí que somos seres con absoluta esperanza, fíjense que nos acostamos todas las noches sin saber si nos vamos a despertar al día siguiente, pero solemos poner el despertador. Eso es una muestra de esperanza enorme, ¿o no?

            Entonces si tenemos las ganas, los sueños y las esperanzas, ¿qué estamos esperando?

Es momento de la acción.

Es momento de resolver todo eso que dejamos por ahí tirado.

No les estoy diciendo que salgan corriendo a comprarse alas y volar (pero más o menos sí).

Sigan ese artista creador que todos tenemos dentro. Porque esa es otra. Si sienten que pueden crear no se repriman, pinten, escriban, diseñen proyectos que quieran concretar. Canten. Esos que dicen que para ser “artista”, tiene que caerte el rayo mágico de la creación, que te llega si la luna está en marte, llueve azul y lográs hacer la grulla de karate kid, NO. No va por ahí. Les confieso que a mí nunca me pasó.

Esto es cuestión de darle y darle. La magia se puede contagiar en el sentido de la chispa.

Pero paren de contar.

Yo puedo intentar contagiar mis ganas y motivarlos a arrancar, pero siempre volvemos a lo mismo. Esto parte de uno. Esto nace en cada uno. (Re)nace.

Esto es parte de reconocer que los deseos (sueños) son posibles de realizar.

¿Miedos? Millones y siempre.

A la vez lo que nos paraliza nos enciende

Yo hace poco descubrí que mi necesidad particular de incentivar, de animarme a mas, estaba dentro de este cuerpo que durante un tiempo escuchó risas burlonas, desacreditaciones y el “no podés” que algunos tienen tan a flor de piel. Todas esas acciones hoy entrarían en agresión y bullying seguramente. Agresión total.

Fíjense que lo verbalizo 25 años después, porque en ese momento me preocupe en que eso no me desmotivara. No iba a permitir que rompieran mis sueños. Hoy puedo decir que el miedo de ellos era mucho más grande que el mío. Hoy los reconozco en sus limitaciones y en que hicieron lo que pudieron.

Ayer, hace 20 años, los odié. Literalmente.

No les di el gusto y salía y lloraba sola, pero volvía firme como rulo de estatua. Y llegué.

Como pueden llegar todos ustedes. Si se lo proponen.

Hay una palabra que se tienen que grabar y desterrarla de su vocabulario. Y es EXCUSA. Pueden dudar y tener incertidumbre. Hasta las dudas son buenas a veces. Pero las excusas no van con los soñadores.

Si no lo hago, asumo que es porque no quiero hacerlo.

Pero no busco excusas, no lo acepto.

Y si en el camino me caigo, me estampo, me estrello y se llegan a cumplir las premoniciones de aquellos que dijeron “yo te lo dije”, será cuestión de levantarse, sacudirse y recoger con orgullo ese pedacito de fracaso. Ese pedacito de aprendizaje. Y voy a seguir, porque se adonde quiero llegar, se lo que quiero lograr y voy a ir por otro camino, o por otro. O por otro. Pero voy.

Porque yo quiero ir.

Y porque todo lo que elija, haga y construya, es lo que me va a definir. Todos pueden vivir una vida extraordinaria. No es sólo para pocos. La diferencia está en la capacidad de escuchar la voz interior. Y de ahí la capacidad de ACCIONAR para tener otros resultados.

Intuyan, sientan.

Sean imparables en el camino de convertirse en su mejor versión. Y conquistar sus sueños.

Entonces ya, busquen un coach si lo necesitan, si lo sienten, prueben, entrevístense, hay mucha gente preparada para acompañarlos en este camino, y no les estoy diciendo que lo hagan conmigo (pero pueden tenerme en cuenta).

Pero de verdad, conversen, intuyan, sientan, accionen y elijan.

No sean un foco más. Sean el FOCO QUE ALUMBRA.

El otro día leyendo encontré una frase en la que me encontré totalmente. Vengo de la época de “ser la oveja negra”. Ahora ya no hay mucho de eso.

Pero leí, ¿y si soy la oveja blanca de un rebaño negro? Me encantó.

Soñar es crear un mundo de posibilidades. Créenlos. Con todos sus valores.

La palabra que define todos mis hoy es LIBERTAD. Pero no libertad como ausencia de límites. La libertad para mi es tener la capacidad de ponerte tus propios límites. Decidir.

Te definís. Acotás.

Te haces responsable y creas tu destino.

Y ahí sos imparable.

Es esto lo que quiero o nada.

No nos aceptamos a medias. Es todo. Voy por ello. Sé que puedo. Quiero. No necesito pedir permiso.

Como dice Pablo Arribas, hasta nuevo aviso solo vivimos una vez. Haz lo que amas. No seas tu plan B.[1]

Y así hay que animarse a jugar para tal vez ganar el partido. Y no al revés. No hay que ganar el partido para animarse a jugar. Porque estar dispuesto a equivocarse es estar dispuesto a aprender. Es ver la realidad. Es ser honesto.es contagiar.

Recuerden siempre que Martin Luther King no les dijo a todos “tengo un plan”, él dijo “tengo un sueño”.

Porque hasta cuando pierdan, gánense el no. Que sea poniéndolo todo.

La genialidad esta en meterle a la práctica. Darle y darle.

Tiempo tenemos todos. Lo que nos diferencia es lo que hacemos con él. Si de verdad querés, entonces insistí. Garantías no hay, solo hacer que las posibilidades crezcan.

Así que, a pisar fuerte, una vez que llegamos al mundo y ponemos los pies en la tierra, hay que caminarla. Y de nosotros depende elegir si la recorremos en puntas de pie o si la caminamos pisando fuerte.

La felicidad se genera, no se encuentra, la felicidad es caminar.

Y hagámoslo siendo niños, miremos desde el asombro, desde la sorpresa. Desde el aprender y no como los adultos acostumbran, desde el saber. Crezcamos desde esa humildad que nos permite estar en los dos lados. Decir, pero escuchar. Es de grandes saberse pequeño.

Se puede decir no sé.

Se puede cambiar de opinión. Sean flexibles. No es debilidad. Es aceptar que incluyo algo nuevo.

Me encanta esa frase que dice que vale más saber poco de un mundo enorme, que mucho de un mundo pequeñito.

Entonces para ir cerrando, hay que hacer que las cosas pasen, y cuanto más nos involucramos, menos miedo sentimos. Porque para ganar, hay que aprender a perder.

Y acá llego la tan ansiada vuelta en la calesita. Y tratar de sacar la sortija. Sacarse la sortija es hacer realidad un sueño.

Si están leyendo esto es porque decidieron que la sortija de la vida sigue estando a su disposición.

Así que súbanse con entusiasmo a la calesita. Ármense de paciencia, no se enojen, no hay expertos ni recetas para sacar la sortija.

Cuenta la persistencia y seguir probando. Y volvemos a la esperanza del despertador ¿no?

Cuando sin darnos cuenta nos enojemos por perdernos tantos intentos, pensemos que es peor dejar de escuchar el despertador. Eso sí es lo que no tiene remedio. (si sabrán mis hijos de eso, creo que los tengo hartos, cada vez que de una situación hacen un problema y parecen sucumbir, les digo que busquen alguna solución y les pregunto siempre ¿Qué es lo único que no tiene remedio? Y ellos casi les diría con bronca porque volvieron a caer, me contestan al unísono “la muerte”)

Eso.

El resto si depende de nuestras sortijas.

De nuestros despertadores, de nuestras ganas,

La vida empieza y termina en vos.

Yo acá tengo la sortija.

Entonces pregunto, ¿vos, que vas a hacer?

 



[1] Pablo Arribas, El universo de lo sencillo, 2016, Nube de tinta