Tercer día que llego a Pami.
Con la orden para autorizar. Otra vez en la cola de informes. Esta vez delante mío está Cristina.
Enojada por la lentitud.
Enojada por la desidia en la atención.
Enojada con el marido.
Enojada con la vida.
La casualidad (que algunas veces existe) nos lleva a encontrarnos para hacer el mismo trámite. Así que, igual letra, un número de diferencia. A las dos nos mandan a hacer fotocopias y a esperar.
.
(que capacidad de enseñanza tiene Pami en cuestión de espera,🙏 si alguien busca aprender a "esperar" ahí lo desarrollas o lo desarrollas, es más, en algunos horarios es mucho mas intenso el aprendizaje, qué vocación docente tiene esa gente!).
🤷♀️
Me siento. Ella se sienta al lado mío. Y en el rato de espera me cuenta sus dolores, sus tristezas, sus hijos, su mudanza a Mar del Plata, sin asfalto, bajándose de sus tacos porteños para ya no volver a subirse. Por el barrio, por la tierra, por la lluvia.
Y se suman sus nietos en España. Lejos. Muy lejos para sus deseos.
Tratamos de revertir la charla buscando lo lindo del mar, los progresos de los hijos aunque estén lejos, los momentos lindos que se empecinan en esconderse detrás de los malos, que siempre quieren liderar la franja horaria. Y llevarse todos los puntos de rating.💥Pero se puede.
💥
Se puede ponerle color al cuadro blanco, negro y gris.
Y de a poco lo vamos consiguiendo.
Nos divertimos y asoma el rosa.
El verde y un poquito de violeta también.
De ese que transforma.💫
Llega su turno. Me saluda y se va.
Llega el mío. Voy al box desde donde me llaman. Justo la llaman por otro tema a la chica que me va a atender, así que como quien no quiere la cosa, revoleo los ojos dentro del cubículo inspeccionando un poco. Pegada sobre un lateral veo casi sin mirar una fotocopia.
Algo me sacude.
Descubro de repente que en ese texto está la frase de Camus que me viene identificando desde hace ratazo.
Nunca pensé que era parte de algo más. Para mi ya era todo. Pero ahora mi alegría es inmensa. Y sonrío. y saco la foto. Y disfruto el descubrimiento.❣️
La chica del box me mira y sonríe,parece disfrutar conmigo. sin decirnos nada, nos entendemos.
Una sonrisa queda impregnada en mí. Cálido como un verano.El de Camus y el mío. Ese que hice tan mio.🧡
Mientras me está atendiendo siento que me tocan el hombro. y al girar veo a Cristina que me da un beso sonriendo, que me agradece y me desea suerte en todo. Le digo que disfrute ese largo mes y medio que se va a quedar sola porque su marido se va a España a ver a su hija.
Los ojos se le iluminan con una sonrisa enorme. Me asegura que lo va a disfrutar. La sonrisa se transforma en risa. Y suena.
Claro que va a disfrutar! Lo vuelve a afirmar en voz alta.
Está segura.🙏
Esa sonrisa confirma que el enojo hoy perdió.
Además a las dos nos autorizaron las órdenes.
Que más podemos pedirle a Pami esa mañana?
Nada.
Con las sonrisas en el alma, cada una se va por algún camino.
Con su verano invencible a cuestas.