(si no podes hacerlo al conocerme, no pares, seguí de largo)

De repente sentís que el interior estalla en 10.000 pedazos.
De dolor.
y respiras pausado y lento para intentar acomodar cada parte y encontrarla para volverlas a unir.
Porque solo intentamos desnudar nuestra realidad, sincerarnos, ser honestos.No para que nos entiendan. No para que piensen como nosotros. Solo para que nos acepten. Porque el dolor es intenso y sabe de recorridos. Sabe invadir, sofocar, estrujar, ahogar. Sabe aflojar un poco cuando lo siente y quiere cambiar de recorrido.
.
.
Y en ese acto de sincericidio, donde decidimos que una vez más vamos a exponernos, confesando nuestras necesidades, nuestros sentimientos, la violencia postural de quien escucha, los movimientos de sus ojos, la mirada distante de resignación, solo hace que el dolor se multiplique más, crezca y nos toque hasta las fibras mas íntimas que ni sabíamos que existían.
.
.
En el mareo nauseabundo de confusas sensaciones, mas juicios.
Ojos lejanos que se acercan a ese pequeño mundo tenso que fuimos construyendo, interpretando a la distancia las actitudes y escupiéndolas al acercarse. Creyendo con soberbia natural, tener la interpretación correcta de la situación, juzgándola como la gran verdad.
Nada mas lejos de esa realidad.
.
.
¿Dónde quedó establecido que quien habla esta retando?
¿Cómo se puede a la distancia decir con tanta seguridad quien es quien y que hace cada uno?
Si todo es tan simple a ojos vista,¿por qué no se ve ,desde lejos también, la grandeza de ese dolor que en gritos ahogados de silencio pide que lo escuchen? Que lo acepten. Que lo respeten.
.
.
El interior dinamitado lucha implacable por reencontrarse. Por juntar fuerza. Por construir una nueva estructura que pueda volver a arrancar.
.
.
Sin que lo interpreten.Sin que lo supongan. Sin que lo declaren como la verdad.
Respetando las sensaciones.
Aceptando los sentimientos.
Las lágrimas siguen saliendo porque necesitan lavar el interior.
Necesitan volver a dejar simple lo simple. Lo que se cargó de interpretaciones, palabras y gestos para que esa linea pura de pronto fuera pesada. Cortada.Puenteada.
.
.
Porque arrancamos explicando un sentimiento y la no aceptación de esa oración desató un enjambre de situaciones que provocaron un estallido impensado.
¿Cómo pudimos queres contar una historia con 5 piedras y que de repente un camión de canto rodado nos dejase sepultado?
Duele.
En el alma.
En los huesos.
En los músculos.
Hasta la sangre duele.
.
.
Duele que no nos acepten. Sí que duele. Duele que nos quieran cambiar la historia que contamos. Porque es la nuestra. Que cada uno se haga cargo de la suya. Pero respetándonos. Sin respeto no hay historias para contar. Menos para compartir. No hay mundos por construir. De esos chiquitos que vamos armando cuando nos relacionamos. Un mundo de a dos. Otro de a cuatro. Otro de amigos. Y con todos construimos el propio.Inmenso.
.
.
De pronto aparecen esas sensaciones que no queremos sentir. Que no nos gustan. Que vienen solas. Como instantáneas que nos muestran que no queremos formar parte de ese submundo. Queremos salir de ahí. No estar. Llega un día, cualquiera, que sin aceptación y respeto decidimos que no va más. Es un clic (el odiado y tan temido ruido del quiebre, del que cuesta volver, del que sabemos que nunca va a ser como antes, del que no hay retorno).
Así no queremos. no nos dimos cuenta o no le dábamos importancia, y de golpe...clic.
.
.
Yo no te debo nada.
Vos no me debes nada.
Si no te gusta aceptar lo que soy, si no queres hacerlo, yo lo respeto.
Yo lo acepto.
Pero no te quedes conmigo.
Porque no me hace bien.
Porque no te hace bien.
Y porque no quiero.
Hoy decido que no quiero andar por la vida pidiendo por favor que me acepten.
.
.
y porque hay muchos "lindos mundos" por construir.
Hagamos mas de esos. Si.
Porque si nos vamos a quedar, que sea por más de esos.